domingo, 13 de enero de 2013
Domingos lluviosos
Fue el aburrimiento lo que me impulsó a dirigirme hacia el desván y buscar un polvoriento pasatiempo para entretener las horas muertas de la tarde dominical. Encendí la bombilla mugrienta y toda la habitación cobró un color amarillento. Era como entrar en una de esas fotos antiguas en color sepia. Otra época. Busqué entre las cajas de juguetes almacenados. No me gusta entrar en el desván, están todos mis juguetes ahí. Es como si hubiera metido mi infancia en cajas de plástico envasadas al vacío. Di un rápido vistazo a la estantería y encontré un viejo puzzle. Recuerdo que me encantaba cuando era pequeña. Así que cogí la polvorienta y carcomida caja con cierta ilusión por revivir aquellas tardes despreocupadas en la que intentaba construir la imagen de la cubierta con aquellas viejas piezas de colores. Me fui al salón y me senté sobre la cálida alfombra. Fuera llovía. Era uno de esos días en los que te apetece quedarte en casa en pijama olvidarte del mundo. Pongo todas las piezas sobre la alfombra y empiezo a darles la vuelta, un truco que me enseñó mi abuela para organizarte al hacer un puzzle. El objetivo era construir con aquellas piezas una obra famosa del arte contemporáneo: El beso, de Gustav Klimt. Uno de mis cuadros preferidos. Cojo dos piezas y las uno. Y así, sucesivamente pasan los segundos, los minutos y las horas mientras poco a poco, los pares de piezas encajan en perfecta armonía, con toda la naturalidad del mundo. Esas piezas han sido creadas para encajar, para estar juntas formando una sinfonía de imágenes que, por separado no tienen sentido, pero juntas forman un todo.... Hasta que, no, no puede ser. A dos piezas de terminar el puzzle, pasa algo. 'Me falta una pieza'. Me levanto a toda prisa y me pongo a buscarla: debajo de la alfombra, en la caja, bajo los sillones y el sofá, bajo las estanterías, por el pasillo e incluso por el desván. Nada. Ni rastro de la pieza. Apesadumbrada, me siento otra vez sobre la alfombra y cojo esa pieza que se ha quedado desparejada, quizás para siempre. 'Ahora nunca podrás encajar del todo, siempre te faltará algo' pienso mientras la miro con tristeza. Después, la aparto a un lado y contemplo la imagen. La maravillosa obra de Klimt, con dos huecos en blanco. Se acabó la armonía, solo queda una imagen incompleta formada por cientos de parejas de piezas. Podría haber incluido la pieza en el conjunto, de manera que solo quedara un hueco, pero ¿para qué? La obra seguiría estando incompleta, al igual que la pieza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario