jueves, 27 de junio de 2013

Ojalá supiera escribir. Lo digo en serio. Claro que luego me pongo a pensar y nunca me ha gustado expresar mis sentimientos con la palabra escrita. Ni hablada. Directamente soy como un mudo para estas cosas.
Admiro verdaderamente a aquellas personas que pueden hablar de sus sentimientos (y de sí mismas) con la misma naturalidad con la que se respira. Muchas veces me pongo a pensar, y me digo 'venga Inés, no es tan difícil', sin embargo en la práctica la cosa cambia. Muchas veces me gustaría mirarte a tus verdes ojos y decirte 'te quiero', pero luego me acobardo y hago cualquier tontería. O cuando veo a algún amigo llorar. Lo normal y comprensible es decir palabras de ánimo, y las digo, pero me siento tan terriblemente estúpida y estereotipada que no sé cómo no se me cae la lengua.
No, la palabra no es para mí. Aunque siendo sincera, me gusta hablar, pero más me gusta el silencio. Y, ¡qué difícil es encontrar a alguien con quien compartir el silencio! 
Lo pienso a veces. El por qué la gente (yo incluida)  decimos estupideces de relleno. Yo creo que es por miedo al silencio, a que se cree un silencio incómodo. En general, no sabemos cómo actuar ante los silencios incómodos. Nos sentimos desnudos, vulnerables, como el propio nombre indica, incómodos. Sin embargo, el encontrar a una persona con la que ni los silencios son incómodos, hace que desaparezca la necesidad de escribir o de hablar bien, porque usaré el propio silencio como vehículo para comunicar mis sentimientos. 

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