viernes, 22 de febrero de 2013

Insomnio.

Lunes, 4 am. Oigo un ruido, debe ser la alarma. Me despierto para apagarla, cuando miro que no es la alarma lo que ha sonado, sino mi maldito subconsciente. Intento volver a pegar ojo. Vueltas en la cama. Sábanas enredadas. Calor, y mis párpados grapados. Intento ver el modo de quitarme las grapas para poder cerrarlos. Nada. Entonces, me llega una luz. El alba.

Martes, 4:30 am. Laberinto subterráneo  Examino el lugar donde me hallo. Una catacumba, una claustrofóbica y oscura catacumba, llena de nichos con cadáveres podridos. Huele a muerte. Malestar, agobio. No consigo salir. Cadáveres, nichos, tierra. Siento que el olor me ahoga, que el frío me hiela y que el laberinto me aplasta. Entonces abro los ojos. Aturdida, miro la hora. 4:30 am. Aún queda mucho para volver al mundo real, a la vida material. Malestar. Intento cerrar los ojos, pero solo veo cadáveres. Vueltas y más vueltas. Dolor de cabeza, fatiga, problemas comiéndome las entrañas. Amanece.

Miércoles, 3:30 am. Cuatro rascacielos de Madrid se alzan como gigantes amenazantes. Cuatro grúas los desmontan. La policía acordona la zona. Hay una sucia y pobre iglesia al fondo de una explanada llena de ruinas y cristales rotos. Soledad, suciedad. Y en el centro hay un foso. Un gran grupo de curiosos lo miran, pero desaparecen cuando llego yo. Miro. El foso es profundo y tiene forma de ataúd. El fondo es negro y rezuma a muerte. Otra vez ese asqueroso olor pestilente... Despierto. La imagen onírica me persigue. No quiero cerrar los ojos. Vueltas. Sábanas enredadas. Tengo ganas de llorar... ¿por qué demonios no puedo dormir? ¿Por qué cojones sueño con cadáveres putrefactos y muerte? ¿Acaso mi alma se pudre en un olvidado nicho en una galería de una catacumba a 20 metros bajo tierra? Pienso en esto mientras me incorporo y me dirijo a la ventana. Madrugada. Un gato se ha subido a un contenedor de basura. A veces me siento como esos cadáveres: solitaria y olvidada en un hueco, muerta. Sin embargo luego miro a mi alrededor y pienso '¿seré yo la que está muerta, o por el contrario soy la única que respira en un continuo cementerio?' Miro al bloque de pisos de enfrente mientras establezco las semejanzas de los pisos con los nichos: unas estancias donde los muertos se pudren en su existencia. 'Sí, puede que ellos estén muertos, pero yo también soy uno de esos cadáveres grises y fríos que se pudren en un mundo monótono e indiferente, y eso no me gusta, no soy así'.

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